martes, 26 de febrero de 2008

La mística del cigarro

Existen muchas razones por las que disfrutamos un buen cigarro. A veces nos proporciona un sentido de placer al celebrar el nacimiento de un hijo, un matrimonio, un ascenso, o simplemente complementar una buena comida. Encender un cigarro especial, destapar una botella de buen vino o champagne, todos representan para nosotros la búsqueda de la buena vida.Fumar cigarros tiene diferentes significados para la gente que los fuma. Para algunos, representa el símbolo de un status que antaño estaba reservado para la aristocracia y los ricos. Hoy en día, toda clase de hombre puede disfrutar de un buen cigarro igual que una botella de buen vino, una cerveza holandesa importada, o whisky escocés añejo. Para el profesional joven, que ha tenido éxito, fumar cigarros es un modo de demostrar uno de los símbolos de su éxito e individualismo.Desde el presidente de una corporación, al actor de Hollywood, al profesional joven así como el ciudadano común, pueden todos disfrutar un buen cigarro. ¿Y por qué no? Si su presupuesto no permite el consumo de cigarros caros en forma regular, entonces se puede disfrutar un buen cigarro de entre los menos caros.A un nivel más introspectivo, un buen cigarro nos brinda el solaz requerido cuando estamos solos al final del día. Disfrutamos la soledad en compañía de un cigarro al pasar ese momento de reflexión y contemplación que nos ayuda a estar en paz con nosotros mismos.No hay duda que la mística de un buen cigarro ha proporcionado deleite espiritual a los fumadores por más de 150 años. En el agitado mundo de hoy, donde la palabra stress se ha convertido en parte indispensable del mundo contemporáneo de alta tecnología en que vivimos, un buen cigarro después de la comida ha llegado a simbolizar una forma de consuelo y compañerismo confortantes. Afortunadamente, el consumo de cigarros ha trascendido las fronteras sociales, culturales, económicas y políticas. En ausencia de la convergencia de puntos de vista cordiales en la escena del mundo político de los últimos cincuenta años, los buenos cigarros, especialmente los habanos, han llegado a representar uno de los pocos denominadores comunes entre la gente de difernte orientación y persuación políticas.Desde los marxistas revolucionarios como Lenin, Fidel Castro y Che Guevara, a los conservadores y capitalistas como Winston Churchill, John Wayne y Nubar Gulbenkain, todos han disfrutado la mística del cigarro. ¿Y quien sabe lo que dedujeron de sus cigarros mientras tomaban decisiones importantes?En el campo de la literatura, a Mark Twain le encantaban lo cigarros, especialmente los Habanos. Rudyard Kipling en The Betrothed se entusiasma locamente por los cigarros Por Larranaga, Henry Clay y Partagas. Somerset Maugham encomió los placeres de un Habano como uno de los mejores placeres por él conocidos. Su sueño era que algún día, cuando tuviese dinero suficiente, disfrutaría un cigarro después del almuerzo y la cena. Su sueño se hizo realidad.A Nubar Gulbenkain, uno de los hombres más ricos del mundo en la década de los 60, le preguntaron una vez que cómo podía, como buen capitalista, seguir fumando cigarros cubanos cuando Cuba se había convertido en un estado comunista revolucionario. Su respuesta fue que aunque el mismo diablo llegase a ser dueño de Vuelta Abajo (en Pinar del Rio donde se producen los mejores cigarros del mundo) seguiría fumando Habanos.El cigarro ha sido como un amigo y buen compañero para muchos artistas, autores y líderes del mundo. Esto nos recuerda las ahora famosas palabras proferidas por el gerente de la tabaquería Dunhill a Winston Churchill durante el ataque relámpago a Londres: "Sus cigarros están a salvo, Señor".La vida de Winston Churchill representaba la grandeza del espiritu humano. Había estado expuesto al cigarro habanero en su propio imperio, durante un viaje que hizo a Cuba en 1895. A partir de esa ocasión, raras veces se veía sin su famoso cigarro. Durante toda su vida, (vivió 91 años) Churchill sujetaba un cigarro en casi toda fución pública que asistía: visitando un buque de guerra británic, mientras pasaba revista a las tropas en Africa, durante la Segunda Guerra Mundial, en Yalta con Stalin y Roosvelt, y aún después de perder las elecciones ante Clement Atlee después de la guerra. Hay fotografías que representan a Churchill disfrutando su gran cigarro doble corona mientras pinta o pone ladrillos en su jardín.Winston Churchill ciertamente era, en espiritu, un hombre renacentista. Su dominio supremo del idioma inglés, su arte, su juicio estratégico durante la guerra, y su valerosa y elocuente oratoria, sustentaban e inspiraban al pueblo británico en sus horas más funestas. Y su amado cigarro era su eterno compañero en momentos de tristeza y triunfo.

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